Son una transformación de algunos órganos vegetales, se trata de diferenciaciones de las epidermis que se llaman tricomas. Son estructuras que no tienen clorofila, pueden ser delgadas, duras y puntiagudas.
Se originan en los tejidos internos de las plantas, cuentan con un tejido vascular. Las espinas se forman en el tronco, hojas, ramas y hasta frutos de muchas plantas.
Normalmente cumplen dos funciones: ser elementos protectores o sirven para ser parte de estrategias de supervivencia en condiciones extremas.
Son un buen elemento de protección frente al peligro de ser comidas por los animales; este es el caso de los rosales, que cuentan con tallos modificados.
Las espinas están presentes en muchas crasuláceas y cactáceas; en el caso de las plantas xerofilas pueden desarrollar espinas como consecuencia de la escasez de agua que reciben; en este caso permite reducir la transpiración de la planta, ayudando en el ahorro de agua; estas plantas se caracterizan por acumular una gran cantidad de agua en su interior.
Existen diferentes tipos de espinas: las espinas foliares pueden ser el resultado de la transformación de una hoja, como sucede con las cactáceas, los cardos y las especies que pertenecen al género Berberis, son más rígidas y agudas, cuanto mayor exposición al sol las espinas se vuelven más densas y fuertes.